Que buenos son los del PP. Y todavía citan a Ana Pastor (conocida por condenar al Papa en la Mesa del Congreso):
“Esta información, junto con los datos aportados por la distribución, que ponen de manifiesto un significativo aumento en la venta de píldoras postcoitales, despiertan las alertas acerca del enorme riesgo que esta medida podría tener para la salud de las consumidoras, especialmente de las menores de edad.”
Quizá en HO olviden que:
- Fueron los diputados del PP de la primera legislatura de Aznar pertenecientes a la Comisión de Sanidad de Congreso quienes aprobaron la píldora abortiva (con ayuda de todos los demás diputados de la Comisión de Sanidad).
- Que el PP tiene el triste honor de haberla dispensado a niñas de diez años (lo que ha sido escándalo incluso para el PSOE):
- Que el PP la ofrece allí donde gobierna gratuitamente. Porque si para HO es más restrictivo la “receta” (PP) que la no receta (PSOE), también debería ser el no gratis (PSOE), frente al gratis (PP).
Pero claro, es mucho más cómodo meterse con Trinidad Jiménez a propósito de la Gripe A (aunque no tenga nada que ver con el tema, vean sino la noticia) que denunciar el cinismo del PP sobre este asunto. Pero lo más patético es que se hacen eco de que lo malo, lo verdaderamente malo malísimo de la píldora abortiva no es su fin primario (matar a la criatura que la madre lleva en su seno) sino sus efectos secundarios (entre los que se cita a un terrible dolor de cabeza de la madre que le hace más doloroso el trance por el que pasa). Porque pase que exista la píldora abortiva, pero lo que es imperdonable, como si uno no tuviera suficientes problemas con tener que deshacerse del niño, es tener que aguantar esas jaquecas tan molestas. En algunos casos, incluso la píldora falla en su propósito aniquilador y eso es ya intolerable para el PP. Por cierto que revisando la hemeroteca de ABC te encuentras las siguientes sorpresas que dan que pensar:
- Que nadie discutía hace tan solo 12 años que la píldora “poscoital” (ya saben, todas las demás son precoitales) fuera abortiva. Las más feministas incluso cometían el error de reconocer que era un gran paso a favor del reconocimiento del derecho al aborto.
- Que todo el mundo daba por sentado que, por ser abortiva, su dispensación debería producirse solo dentro de los tres supuestos despenalizados.
Y sin embargo ahora la píldora ya no es abortiva y todo el debate se centra en si se distribuye con receta o sin ella, cuando antes se pedía que se aplicara dentro de los supuestos despenalizados. Y esto tiene mucho que ver con lo que Museros viene mostrándonos desde hace un tiempo, que las pequeñas batallas (receta, consentimiento paterno, etc.) tienen lugar cada vez más lejos de lo importante y que son en realidad derrotas clarísimas que tratan de combatir en cada momento únicamente lo más sórdido, a cambio de ceder en lo fundamental. Es como combatir los campos de concentración pidiendo que las cámaras de gas tengan certificación de calidad de producto o garantías de disponibilidad de servicio. Si las estrategias de los grupos pro-vida de los últimos años fueran adoptadas por los antitaurinos, por poner un ejemplo, estos estarían ahora pidiendo que en vez de tres pares de banderillas, solo se pusieran dos. Pedirían incluso un referéndum sobre si deben ser dos pares o tres pares de banderillas y se molestarían si otros antitaurinos les reprocharan que tal cosa es un disparate y que siempre están torpedeando todas sus iniciativas sin proponer nada (en realidad son ellos los que torpedean la única iniciativa que va encaminada a abolir el aborto cual es la de sentar a partidos provida en el Parlamento).
Y con relación al tema del referéndum, la demagogia roza lo grotesco cuando intentan asimilar la hipotética petición de derogación de una ley abortista en un parlamento, con la petición de un referéndum no necesario para ver si con eso se pone en evidencia al Gobierno en el hipotético caso de que venciera el rechazo. Según parece, en ambos casos habría una votación y eso es en realidad lo único que hay en común. En el primer caso se pide e pide la derogación de la ley (la votación es solo el medio), mientras que en el segundo, se pide consulta a un tercero, es decir, se pide precisamente la votación sobre el asunto. En el primer caso, se acude a la única vía que existe para derogar una norma anterior, en el segundo, se intenta un recurso absurdo de más que dudoso éxito y de nula eficacia (pues no sería vinculante), que admite necesariamente que la decisión de ese tercero es válida y que por tanto la vida está sujeta a decisión.
Cuando uno pide la derogación de una ley abortista no pierde el derecho a seguir pidiéndolo aunque sea rechazado, antes al contrario, cuantas más veces lo pida mejor. Puede pedirlo cuantas veces quiera y cuantas más mejor porque no dice que la vida debe ser votada, sino que para derogar una ley, lamentablemente, hay que votarla. Cuando alguien pide que se consulte a otro (un referéndum voluntario), está diciendo que sea ese otro quien decida, aceptando necesariamente la validez de la decisión que se tome. Pedir un referéndum y no estar dispuesto a aceptar uno de los dos resultados posibles es deshonesto cuanto menos y deja en evidencia a quien así actúa que pierde desde ese momento cualquier crédito (lo que afectaría a todo el movimiento pro-vida).